Carta dirigida a António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.
Los exjefes de Estado y de Gobierno participantes de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), entre ellos José María Aznar, nos dirigimos a usted para trasladarle algunas consideraciones acerca del desafío existencial que le plantea a la Humanidad el incontenible desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA).
En nuestra declaración sobre la democracia y la libertad en la Era Digital y de la Sostenibilidad, que adjuntamos, se expresa así nuestra inquietud: “La misma gobernanza digital que avanza en todos los espacios de la actividad humana y no sólo la política o económica, facilitando la expansión de emprendimientos y sus aceleraciones como el tráfico global de informaciones y de datos y la movilización de masas, está siendo víctima de graves interferencias y manipulaciones de origen criminal que fomentan la inseguridad, atentan contra la transparencia y la misma gobernabilidad de nuestras sociedades al ver rotos sus vínculos de confianza.”
Agregamos ahí que “frente a los desafíos insoslayables de lo digital y de la IA o la robótica, y ante el delirio de poder que acompaña a no pocos gobernantes en esta hora agonal, recordamos que se impone recuperar en todos los planos la propia dimensión de lo humano y el sentido trascendente de la existencia dentro de la vida ciudadana.”
Así las cosas, somos conscientes del esfuerzo que, previo a la pandemia universal de la Covid-19 y acaso acelerado por obra de esta, han estado realizando distintas instituciones gubernamentales y no gubernamentales, orientado a determinar los contornos éticos y jurídicos de la IA.
Fruto de ese esfuerzo son las recomendaciones sobre las normas de Derecho civil sobre robótica (2017) y la resolución sobre una política industrial global europea en materia de inteligencia artificial y robótica (2019), adoptadas por el Parlamento Europeo. Pero adquieren una mayor relevancia, por apuntar al centro de nuestra preocupación, los diálogos entre las religiones monoteístas abrahámicas a partir de 2020 (Roma Call AI Ethics), en sede de la Fundación RenAIssance, que concluyeron con la declaración conjunta de 2023: AI Ethics: An Abrahamic Commitment to the Rome Call.
En ese mismo sentido, la Conferencia General de la UNESCO celebrada en noviembre de 2021 adopta su Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, destacando los valores y principios que han de orientar la regulación jurídica necesaria en lo concerniente a la IA, para cubrir todos los ámbitos en que incide esta nueva tecnología, como la educación, la ciencia y la cultura. Hemos de observar, no obstante, como bien señala la UNESCO, que la cuestión de la IA y en particular, la transparencia e inteligibilidad del funcionamiento de los algoritmos y los datos con que se configuran tiene un impacto «multifrontal» en el campo de los derechos humanos, así como en la práctica de la democracia y en la garantía que de aquéllos y de esta ofrece el Estado de Derecho.
La IA incide sobre todos los procesos sociales, económicos, políticos, las prácticas científicas y de ingeniería, el medio ambiente y los ecosistemas; en fin, en todo lo que es y puede entenderse como la realidad primaria de las personas e incluso de su intimidad.
La emergencia de una «segunda realidad», propiciada por la IA, la virtual, en la que se sumerge diariamente multitud de seres humanos en todo el planeta generando reacciones afectivas y dependencias psicológicas innegables, avanza al punto de verse postergada, progresivamente, la realidad primaria, donde las personas tenemos y encontramos el ser que somos. Subestimarla y asumirla como una herramienta más, poderosa, pero simple herramienta a la postre; o creer, como se sostiene, que el mito de la IA – ¿renovado mito de la caverna platónica? – disipará, tarde o temprano, la diferencia entre ella y la inteligencia humana, sitúa a la Humanidad en un ámbito de incertidumbre y de ‘posverdad’ – ante algo que es un negocio cuántico con incidencia decisiva sobre lo cultural – que alterando sus percepciones y certezas, al cabo terminaría incidiendo o comprometiendo los fundamentos mismos de la dignidad de la persona humana, de su eminencia y de los derechos fundamentales que de aquella se derivan.
En suma, si no quedasen claramente deslindadas, por un lado, la dimensión instrumental del obrar humano que implica la gobernanza de lo digital y de la IA – la técnica, la acción moral, el conocimiento especulativo – y, por otro lado, la dimensión vital que pide la preservación del sentido de la propia realidad, la persona pasaría a ser un mero insumo de los algoritmos y de sus estímulos, dirigidos al mundo de los sentidos y no a la razón.
Preservar el sentido de la realidad y la relación interpersonal – a la que la mediación electrónica puede ayudar, sin suplantarla – es crucial para mantener el sentido humano de la libertad, así como la experiencia de la democracia y del Estado de Derecho, límites de la tríada que integran junto con los derechos fundamentales de la persona humana.
Consideramos a la luz de lo expuesto y de su reciente declaración sobre una Agencia Internacional para la IA, excelentísimo señor, que la Secretaría General de Naciones Unidas está llamada a jugar un papel preponderante e integrador de dimensiones susceptibles de verse afectadas por el desarrollo y uso de aquella; pues a Naciones Unidas corresponde el ser garante universal del mantenimiento de la paz y seguridad internacionales bajo el principio ordenador de la dignidad humana.
En nuestra opinión, es asímismo más que pertinente un Diálogo Global (D-IA), como mecanismo permanente y armonizador de las perspectivas ética y jurídica que reclaman urgentemente los desafíos planteados a la Humanidad por la IA, curva exponencial de inteligencia, pero inteligencia desenfrenada, todavía incapaz, sin embargo, de generar sus propios límites.
José María Aznar, España
Óscar Arias Sánchez, Costa Rica
Nicolás Ardito Barletta, Panamá
Felipe Calderón, México
Rafael Ángel Calderón, Costa Rica
Laura Chinchilla, Costa Rica
Alfredo Cristiani, El Salvador
Iván Duque, Colombia
Vicente Fox, México
Federico Franco, Paraguay
Eduardo Frei, Chile
Lucio Gutiérrez, Ecuador
Osvaldo Hurtado L, Ecuador
Luis Alberto Lacalle H., Uruguay
Mauricio Macri, Argentina
Jamil Mahuad W., Ecuador
Carlos Mesa G., Bolivia
Lenin Moreno, Ecuador
Mireya Moscoso, Panamá
Andrés Pastrana, Colombia
Ernesto Pérez Balladares, Panamá
Sebastián Piñera, Chile
Jorge Tuto Quiroga, Bolivia
Mariano Rajoy, España
Miguel Ángel Rodríguez, Costa Rica
Luis Guillermo Solís, Costa Rica
Álvaro Uribe V., Colombia
Juan Carlos Varela, Panamá
Juan Carlos Wasmosy, Paraguay