Entrevista en ‘El Mundo’ |”España está en juego pero soy optimista: hay que resistir”

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El ex presidente del Gobierno José María Aznar alerta de que España vive su momento «más crítico» porque Pedro Sánchez «quiere eliminar la nación» a través de una «desconstitucionalización», pero lanza un mensaje en positivo: «No nos podemos inhibir, ni rendir, ni dejar vencer».

PREGUNTA. La Constitución cumple 45 años. ¿Cuál es su estado de salud actual?
RESPUESTA. Delicado, delicado. Pero hay que decir que la Constitución fue el fruto de la Transición, que consistió en que los españoles decidimos, en lugar de pegarnos, convivir pacíficamente. Cuestionar la Constitución es cuestionar la convivencia democrática y libre.
P. ¿Y qué queda hoy por hoy de ese legado de la Transición? ¿También está en peligro?
R. Lleva tiempo en peligro, desde que el PSOE mutó su posición y cambió de sujeto constituyente, con los pactos del Tinell (2003). Ahí empieza el cuestionamiento de la Constitución, pero ahora lo que se ha abierto es un proceso de deconstrucción constitucional, de desconstitucionalización de España. Y eso es mucho más grave.


P. Por lo tanto, usted ve en riesgo existencial la propia Carta Magna.
R. Sin duda. Lo está. Es que se está haciendo una política justamente para acabar con la Constitución, para sustituir la Constitución. Eso es la ley de Amnistía, eso es el cuestionamiento de la nación histórica española y es el reconocimiento de la España multinivel.

P. Por tanto, ¿está en juego la propia continuidad España como nación?
R. Está en juego la continuidad de España, sí. Y está en juego, por lo tanto, la convivencia entre españoles. Es la posición más crítica que ha vivido España en muchos años. Pero soy optimista: resistiremos.
P. Habla de la «España multinivel». ¿Cree que estamos ante una operación de cambio de régimen, hacia la España plurinacional?
R. Si vamos hacia una España plurinacional, será porque la Constitución ya no existe. Ahí el régimen constitucional se termina, que es lo que quieren. Una España plurinacional sólo se puede organizar en una confederación de republiquitas. Sería absurdo y llevaría otra vez al país a la confrontación.
P. Pero, a pesar de su diagnóstico pesimista sobre la actualidad, para usted España sigue siendo posible.
R. Sí. Y no solamente posible: debe ser viable. España es fuerte, es posible, es viable y es deseable. La preservación histórica de la nación española es fundamental, y por eso la política que se debería practicar en España tiene que estar basada y centrada en la recuperación de la nación, en el fortalecimiento del Estado, en la apertura de un proceso profundamente reformista y en la redefinición de objetivos estratégicos de España en Europa y en el mundo.
P. ¿Y cómo se «recupera» la nación española? ¿A qué se refiere?
R. Lo más urgente es que hay 11 millones de españoles que no se tienen que rendir, ni inhibir, ni dejar vencer. Lo único que no es posible hoy en la política española es la inhibición. Hay una obligación y una responsabilidad de todos los ciudadanos para que la deconstrucción constitucional no se produzca. Sánchez y sus socios han dicho que van a gobernar contra media España. Esa media España tiene que resistir. Y no sólo eso: tiene que revertir la situación, democráticamente, en cuanto pueda.
P. ¿Qué debe hacer el centroderecha para emprender esa «resistencia» después de un chasco tan grande como el del 23-J?
R. Eso pasa por que esa parte de españoles, al menos la mitad de España, esté viva y no se derrumbe. Van a hacer todo lo posible por derrumbarla, y de ahí el discurso del «muro» de Sánchez. El discurso del muro no es solamente «yo contra vosotros», sino «voy a hacer todo lo posible por desarticularos». Ese discurso viene del Pacto del Tinell, que buscaba impedir que el PP gobierne cualquier institución de España. Quieren acabar con media España, con la mayoría social constitucionalista de España.
P. A bocajarro del 23-J, Faes le pidió al PP no resignarse «al mero resistencialismo». ¿Qué tipo de oposición debe hacer Feijóo?
R. El PP tiene mayoría en el Senado, gobierna comunidades autónomas y ayuntamientos, es la minoría mayoritaria en el Congreso… Tiene mucha acción por hacer. Tiene que representarnos a todos. Lo más importante para mí es que el PP debe darse cuenta de que hoy es la representación de la nación constitucional española. Y eso lo tiene que hacer de una manera absolutamente decidida, firme y serena, porque en eso nos va justamente el mantenimiento de nuestra convivencia democrática, del Estado de Derecho y de la ley como norma suprema en un sistema democrático pacífico. El PSOE ya ha dejado de ser un pilar constitucional, ya se ha situado «al margen de», y por eso pacta con todos los socios que están «al margen de». Por eso sus discursos son absurdos: no, no puede decir que la convivencia va a mejorar si pacta con los que quieren destruir la convivencia. Lo más importante es que el PP sea la expresión de la nación constitucional. Tiene que ser capaz de agrupar a una mayoría social y política.
P. Y todo eso, ¿a través de una movilización constante?
R. A través de mantener viva la energía cívica. Es muy importante mantenerla, porque si mandas señales de rendición, entonces sí que se acabaría el 78 y se abriría un proceso de desintegración.
P. ¿Pero cómo se canaliza eso? ¿Qué elementos tiene que tener el proyecto del PP para reconectar con las bases anchas del centroderecha y no ser sólo resistencialista?
R. Eso obviamente tiene sus fases, pero el PP tiene que utilizar su poder y debe presentar muchas iniciativas. En el PP tenemos el deber de decirles a los ciudadanos «éste es un camino de recuperación y un camino de salida». Feijóo tiene que dedicar tiempo al análisis para trazar buenas estrategias. Me parece un líder sólido y viable.
P. Pero insisto: ¿qué cosas concretas le gustaría a usted que hiciera el PP para ilusionar a ese electorado?
R. Un proyecto para el país. El proyecto del país no puede ser el país de los pinganillos, sino el país del entendimiento. No puede ser el país del muro, sino el de los puentes. No puede ser el país del Estado desarticulado, sino del Estado fuerte. No puede ser el país de la nación debilitada y humillada, sino de la nación orgullosa. No puede ser el país que cree que no tiene que hacer nada, sino volver a preocuparse por el futuro. Tiene que tener objetivos claros: mejorar la fiscalidad, la educación, las instituciones. No puede ser el país que hace cualquier cosa en la política internacional, sino analizar qué representa España en el mundo. Son elementos fundamentales.
P. Un modelo de país alternativo.
R. Un modelo de país alternativo. Y ese modelo está basado en la Constitución y en el fortalecimiento de la nación, porque es evidente que se quiere eliminar la nación española fragmentándola, dividiéndola y separándola. Y hay que fortalecer el Estado, porque ha sido desarmado institucionalmente. Además, España ha sufrido un parón reformista total que hay que revertir. Y tenemos que volver a situarnos en los lugares adecuados, en el plano internacional.
P. Y hablando precisamente del ámbito internacional, ¿cree que Europa puede frenar la amnistía?
R. Europa limita el número de tonterías que pueden hacer los países, pero no elimina las tonterías. Puede limitar, pero no impedir.
P. ¿Qué relevancia le da a que las cuestiones políticas de España se negocien en Ginebra con un verificador de El Salvador?
R. Me parece que es uno de los puntos más bajos que yo he visto en España en muchísimo tiempo. Que un país como España acepte una negociación clandestina entre dos partidos o entre dos partes del territorio español en el extranjero con un mediador internacional que es experto en conflictos armados y en guerrillas… ¡Es que es el punto más bajo al que se puede llegar! ¡Es que ya no cabe más! Es un concurso de despropósitos que marca el punto de inflexión del declive histórico de España.
P. El lunes, Pedro Sánchez justificó ese encuentro en Ginebra asegurando que «el Gobierno de Aznar se reunió en Suiza con ETA».
R. No es lo mismo. Una cosa es verificar si una organización terrorista va a cumplir una tregua y otra cosa distinta es negociar clandestinamente con un mediador internacional. Es absolutamente ridículo. Yo no me he querido meter en esos debates, pero aquí hay señores que han presumido de haber terminado con ETA. Y luego se dice que no se pagó ningún precio, pero se pagó el de la legalización, entre otros. Yo sé que pedirles a algunos la decencia de que se callen es imposible, pero al menos que no lo empeoren.
P. Está hablando, sin citarlo, de Zapatero. ¿Usted está más lejos que nunca de Zapatero y más cerca que nunca de González?
R. Yo me siento cercano a todo aquel que hace un juicio positivo de la Transición y de la Constitución. Zapatero ya abrió su discurso de investidura hablando de la Guerra Civil. No diciendo «yo quiero ser el presidente de todos los españoles», no, no. ¿Usted se imagina que yo en el 96 comienzo mi discurso pidiéndole cuentas al PSOE porque mi padre estuvo tres meses en una checa regentada por el PSOE? ¿Qué quería Zapatero? ¿Volver a la dinámica de la Guerra Civil? Pues empezó así y acabó con el Tinell, que es la política de exclusión.
P. ¿Qué importancia le da a la vieja guardia del PSOE para la «resistencia» que usted propugna?
R.
Todas las personas que sean capaces de manifestarse y no inhibirse en este proceso de desgarro constitucional hacen muy bien.
P. ¿Le gustaría que esos socialistas rompieran la baraja de su partido?
R. No invito a nadie a que rompa. Invito a tender puentes.
P. Hablando de romper, ¿usted cree que habrá referéndum de autodeterminación en Cataluña?
R. Sí, por la misma razón que creí que habría amnistía. Son los dos precios a pagar para la formación de este Gobierno. Ahora bien, ¿cómo se hará ese referéndum?
P. No cabe en la Constitución…
R. Tampoco cabe la amnistía. Pero si se empieza a decir que la Constitución dice lo que no dice, puede pasar cualquier cosa.
P. Por esta última respuesta, intuyo que no tiene mucha confianza en el actual Tribunal Constitucional (TC).
R. El TC no tiene derecho a erigirse en poder constituyente y hacer decir a la Constitución lo que la Constitución no dice. La Constitución se aprobó rechazando la amnistía. El Constitucional tiene que medir muy bien, y estoy seguro de que lo hará. También puede guardar el tema en un cajón…
P. Para usted, si hay una sentencia favorable a la constitucionalidad de la amnistía, ¿se habrá liquidado de facto la Constitución?
R. Se habrá liquidado de facto la Constitución.
P. Hay una desconexión palpable de los jóvenes con la Transición y la Constitución. ¿Qué papel puede jugar ahí la Princesa Leonor?
R. Muchos millones de españoles se sintieron muy reconfortados al verla jurar la Constitución. Es una señal de estabilidad. La Corona es una garantía. La alternativa es la España multinivel de republiquitas.
P. Si hay referéndum de autodeterminación, ¿usted cree que también habrá otro sobre la monarquía?
R. Pero es que para entonces ya no habría monarquía, porque la Constitución habría desaparecido.
P. ¿La ruptura de los consensos entre el PSOE y el PP es reversible?
R. Dependerá de la evolución socialista. El PSOE es Podemos, el radicalismo. El populismo de este PSOE es total. Lo que ha cambiado es eso. El discurso del muro hace imposibles los consensos. Los combatientes de la guerra se reconciliaron. Los hijos de los combatientes de la guerra se reconciliaron. ¡Y ahora hay algunos nietos que vuelven a la confrontación! ¡Pero bueno! Uno de los pactos importantes de la Transición fue el reconocimiento de la pluralidad de España, a cambio de la lealtad a España. ¿Quién lo ha roto? ¿Quién ha sido desleal? ¿Los constitucionalistas que hemos desarrollado el Estado de las Autonomías hemos sido desleales? No. Aquellos que han conseguido vivir en el estado más descentralizado del mundo y encima dan un golpe de Estado. ¿Podemos salir de esto? Sí, pero ¿y qué precio vamos a pagar? No lo sé, pero seguro que será muy alto.
P. ¿Es optimista sobre la recuperación de la concordia?
R. Siempre he sido optimista. Mi mayor fuerza es que yo confío en los españoles. Confío en la energía cívica de los españoles y la fuerza expresada en libertad.
P. ¿Le ilusiona el nuevo PP de Tellado, Fúnez y Álvarez de Toledo?
R. Les deseo la mejor suerte.
P. Es la única respuesta en la que no se ha mojado…
R. A unos los conozco más, a otros menos, pero les deseo mucho éxito.
P. En su última entrevista con EL MUNDO, usted dijo que «sólo un PP fuerte evitará una España plurinacional». ¿Qué papel tuvo Vox en que esto no se cumpliera?
R. El centroderecha fue dividido a las elecciones y eso ha penalizado mucho al PP. Me interesa mucho el electorado de Vox, no sus dirigentes. Hay dirigentes de Vox que son perfectos aliados de Sánchez.
P. Volvamos a la Constitución. ¿En qué hace falta reformarla? ¿Usted también recela de «abrir el melón»?
R. Me tienen que decir qué quieren reformar, para qué y por qué.
P. Le hago yo la pregunta: ¿qué hay que reformar, para qué y por qué?
R. Yo creo que en este momento no hay que tocar la Constitución.
P. Julio Anguita decía que lo revolucionario sería cumplirla.
R. Empieza a ser revolucionario en España el cumplimiento de la ley.
P. ¿Qué cree que ocurrirá en España cuando Puigdemont vuelva?
R. Pues espero que alguien lo lleve a los tribunales. Es muy posible derogar la amnistía a posteriori.