_ “Decretar una historia oficial no tiene nada que ver ni con la memoria ni con la democracia”, porque “el papel de la política no consiste en reescribir la historia”
_ “La concordia civil no exige coincidir en una misma visión del pasado nacional y en una misma interpretación de su significado”
_ “La democracia requiere, para ser auténtica y consolidarse, no excluir a nadie y que nadie se arrogue el monopolio de las credenciales democráticas”
_ “La Segunda República se instauró pacíficamente, en un clima de esperanza mesiánica”, pero “desde el inicio proliferaron intentos desestabilizadores”
_ “Es leitmotiv de la política imperante la oposición entre democracia y ley, junto con la exaltación del nudo poder mayoritario, hasta el atropello del Derecho”
_ “Es falso definir la Guerra Civil como confrontación entre “demócratas” y “fascistas”, para buscar victimarios sólo entre los segundos”
_ “Hubo liberales y demócratas víctimas de los republicanos. Esta realidad no la contempla la ley de “memoria democrática””
_ “La finalidad de una ley redactada a medias con los herederos del terror es deslegitimar al adversario heredero de la Transición. A esto se ha llegado”
_ “Extraña “memoria democrática” la que se construye desde el olvido. La Transición fundamentó nuestra democracia en la inclusión” y en 40 años “no sufrió impugnación desde la izquierda”
_ “España no olvidó 1931; por eso acertó en 1978”
_ “Debemos lamentar que algunos actores de la Transición compren ahora el relato extremista sobre ella; el cuento chino que la difama como prolongación fraudulenta del franquismo”
_ “Es una desgracia nacional que discursos de ínfima circulación panfletaria se hayan abierto paso hasta el BOE”
El expresidente del Gobierno y presidente de la Fundación FAES, José María Aznar, ha afirmado hoy que “nuestra democracia se asienta sobre un diseño constitucional y una voluntad de concordia superiores a las de 1931. Sus carencias no son de fábrica sino de práctica”, ha asegurado. Para Aznar, “la concordia civil no exige coincidir en una misma visión del pasado nacional y en una misma interpretación de su significado”. Pero lo que sí demanda es un mínimo de buena fe en su estudio y exposición. Y, sobre todo, la renuncia a buscar en el ayer razones para enfrentar hoy a españoles contra españoles”, ha explicado.
El expresidente ha presentado esta tarde en Valencia Samper, la tragedia de un liberal en la Segunda República, último libro de la colección FAES de Biografías Políticas. El libro del profesor Roberto Villa trata temas de interés y controversia, no sólo por lo dramático del período en que suceden, sino “por el intento actual de patrocinar políticamente su verdad histórica”. Aznar, que ha apuntado que su lectura resultará inservible a “demagogos, inquisidores y falsarios”, ha recordado que “decretar una historia oficial no tiene nada que ver ni con la memoria ni con la democracia”, porque “el papel de la política no consiste en reescribir la historia”.
LA SEGUNDA REPÚBLICA, UNA ESPERANZA MESIÁNICA
“La Segunda República se instauró pacíficamente, en un clima de esperanza mesiánica”, existían condiciones para desarrollar una democracia, pero desde el inicio surgieron intentos desestabilizadores. “El más grave, con mucho, fue el de 1934. Significó el asalto a un gobierno legítimo, republicano, de centroderecha, por el alzamiento armado de la Generalidad en manos de la Esquerra y de los socialistas, promotores de la revolución de Asturias”. A su juicio, aquel episodio desequilibró definitivamente la República.
A Samper le tocó lidiar con “el exclusivismo cerril de la peor izquierda” y “en su pulso con una Generalidad sediciosa buscó siempre eludir el choque”, ha señalado. La experiencia revolucionaria le sirvió también para ver la necesidad de reformar la Constitución de 1931 para que no fuera “una Constitución de partido” sino “de la patria entera”.
DEMÓCRATAS QUE OLVIDAN LA “MEMORIA DEMOCRÁTICA”
Para Aznar, el autor sabe hasta qué punto “es falso definir la Guerra Civil como confrontación entre “demócratas” y “fascistas”, para buscar victimarios sólo entre los segundos”. “Hubo liberales y demócratas víctimas de los republicanos. Esta realidad no la contempla la ley de “memoria democrática”. No lo hace porque se practica un “franquismo al revés”; reconociendo en las leyes la capacidad de imponer, como hacía el franquismo, relatos de partido”, ha asegurado.
“Este abuso condena al olvido figuras como la de Samper, que desbordan esquemas maniqueos. Porque, no nos engañemos, la finalidad de una ley redactada a medias con los herederos del terror es deslegitimar al adversario heredero de la Transición. A esto se ha llegado”, ha lamentado. “Extraña “memoria democrática” la que se construye desde el olvido. Porque la Transición fundamentó nuestra democracia en la inclusión. Y durante casi 40 años ese fundamento del consenso constitucional no sufrió impugnación desde la izquierda”, ha continuado diciendo.
NO REPETIR EL PASADO
El recuerdo de Ricardo Samper es “una reivindicación de la política puesta al servicio de un propósito nacional; ajena al sectarismo, dirigida al bien de todos”. “España no olvidó 1931; por eso acertó en 1978”. Y por ello, “debemos lamentar que algunos actores de la Transición compren ahora el relato extremista sobre ella; el cuento chino que la difama como prolongación fraudulenta del franquismo. Es una desgracia nacional que discursos de ínfima circulación panfletaria se hayan abierto paso hasta el BOE”.
“El camino a la democracia emprendido en 1931 se frustró; es responsabilidad de todos continuar la senda que con mejor acierto emprendimos en 1978”, ha remarcado. En este sentido, ha puntualizado que “las experiencias democráticas anteriores a 1978 fracasaron por inmadurez y falta de dirigentes responsables dispuestos a entenderse desde la discrepancia por la vía del diálogo y el respeto al contrario”. Y, “entre esas experiencias puede contarse, por desgracia, la Segunda República”.
José María Aznar ha querido concluir sus palabras asegurando que, uno de los más nobles ideales en política es “conseguir que el conjunto ordenado de las instituciones de un país sea tal que dentro del mismo pueda desenvolverse normalmente, jurídicamente, la convivencia”.